El alcance de un silbido

La arqueología que por siglos ha ido revolviendo pavimento para dibujar algún tipo de cimientos, nos ha facilitado, casi diría obligado, a crear un relato de lo que somos, cómo funcionábamos y cómo nos relacionábamos. De hecho, esas primeras notas de la civilización que de los yacimientos extraemos, deberíamos entenderlas como una aproximación más; es decir, la historia que hemos dado por válida o por única y lineal es en realidad fruto de una especulación. Es un consenso universal y secreto —el de dar al pensamiento humanista o científico el poder de legitimar el relato— el que no nos hace plantearnos que hemos estado mirando al pasado con el esquema y las lógicas del presente.

Ahora bien, eliminemos el tiempo lineal, o al menos el de los segundos, los días y los minutos, y borremos también de la ecuación el concepto de civilización. Hagamos el ejercicio por un momento e intentemos imaginar qué pasaría a nuestro alrededor.

Una vez ubicados ahí, nos vendrá a la mente un sinfín de sensaciones que nos apelan desde lo visual (seguramente todo sería vegetal), lo olfativo (todo nos olería a tierra mojada) y lo sonoro (miles de animales y crujidos lo invadirían todo). Elaboraríamos, en la mayoría de los casos, una escena romantizada, de una tierra en la que sólo las mentes más atrevidas darían por habitantes habituales a los dinosaurios. Sin duda, la caída del meteorito es uno de los pocos acontecimientos en los que la responsabilidad del colapso no es únicamente humana.

Una vez atravesado ese momento de hipernaturaleza romantizada, va siendo hora de ubicar este texto y comenzar a componer alguna conclusión posible.

El antropoceno, el capitaloceno o nuestra estructura esencialmente colonizadora y fagocitadora nos ha llevado a someter todo lo que nos rodea a una extinción en potencia: somos una especie de Rey Midas a la inversa.

Cuando nos planteábamos la selección o las temáticas que abordaría nuestra exposición o espacio de escucha, siempre acabábamos haciendo un listado mental de las diferentes crisis que estamos atravesando: la climática, la social, la humanitaria. Pero en este ejercicio de enumeración dejábamos fuera la poética que crea, de manera inconsciente, la existencia de un archivo sonoro como el de Freesound. Lo sonoro, el sonido, lejos de su capturación a través de una grabación, es uno de los elementos más volátiles, efímeros y caducos a los que nos enfrentamos.

En ese punto de desaparición o de volatilidad es donde se ubica un concepto clave de la temática de nuestra propuesta: el sonido y la salvaguarda de este como algo determinante dentro de lo llamado Patrimonio inmaterial, una suerte de cajón de sastre de todos esos saberes y situaciones que están constantemente sometidos a una extinción en potencia.

Podríamos haber hablado de esto desde hace ya varios párrafos y decir: vamos a hacer una selección de sonidos en extinción a partir de la plataforma Freesound. Pero no sería totalmente honesto ni real hablar de sonidos en extinción, ya que el concepto de extinción, de por sí, normaliza su inminente desaparición; estamos ya muy acostumbrados a esa palabra.

Nuestra idea es que, desde los artefactos acústicos que proponemos, se pueda tener acceso a una selección de sonidos que hablen de cosas a archivar, de sonoridades a salvaguardar, de situaciones acústicas que, aunque no son propias y en ocasiones cotidianas, se ven directamente afectadas por su inminente fade out, pero sin entrar en catastrofismos, ya que esto borraría la poética y la concienciación.

Nos serviremos de las estrategias del pensamiento científico, poniendo algunos ejemplos en forma de interrogante que nos aclaren qué tipo de sonidos son o qué acústicas vibran en esta frecuencia poético-conceptual.

¿Será el sonido de la lluvia, en pocas décadas, un mero recuerdo o algo inusual?

En definitiva, queremos confeccionar y comisariar una lista de Sonidos a proteger, invitando a diferentes agentes culturales y pensadores a indagar en el archivo de Freesound y rescatar de ahí alguna rara avis que consideren que debe formar parte de esta peculiar setlist, atravesada por el patrimonio inmaterial, en ocasiones fruto del no aprendizaje, en ocasiones consecuencia de las diferentes crisis que atraviesa el ser humano.